La evolución de las luces en los coches: de amarillas a blancas
Una práctica común en vehículos de cierta antigüedad es reemplazar las bombillas halógenas originales, que emiten una luz amarilla, por luces LED de tono blanco. Esta tendencia ha aumentado considerablemente en España, especialmente ahora que su uso está regulado y permitido, y en otros países europeos es algo habitual desde hace tiempo.
¿Por qué elegir luces blancas? Ventajas y creencias
El principal objetivo de cambiar a luces blancas es mejorar la visibilidad nocturna y darle al vehículo una apariencia más moderna, pues la mayoría de los coches nuevos vienen equipados de fábrica con faros LED que generan una luz blanca y brillante. Sin embargo, aunque la luz blanca es muy valorada, no siempre es la mejor opción en todas las condiciones de conducción.
Problemas con la luz blanca en condiciones adversas
Si has conducido de noche con lluvia o niebla usando luces LED o xenón con luz blanca o azulada, es probable que hayas notado una reducción en la visibilidad. Esto ocurre porque la luz blanca, al ser más fría, refleja y dispersa mucho más en gotas de agua o partículas en suspensión, generando deslumbramientos y reduciendo la eficacia de la iluminación.
En cambio, los faros con bombillas halógenas que emiten una luz cálida amarilla tienen un desempeño superior en estas condiciones. Aunque estas luces pueden parecer anticuadas, su longitud de onda más larga hace que la luz se disperse menos al atravesar la lluvia, niebla o nieve, proporcionando una mejor penetración y mayor contraste sobre el asfalto mojado, lo que mejora notablemente la visibilidad.
Ventajas de las luces blancas en condiciones secas
Por otro lado, en condiciones de carretera seca, las luces blancas tienen claras ventajas: ofrecen un alcance mayor, una luminosidad superior en lúmenes y provocan menos fatiga visual durante largos trayectos nocturnos. Además, iluminan con más nitidez y realismo, permitiendo distinguir mejor los colores y formas en la carretera. Desde el punto de vista estético, también aportan a cualquier vehículo un aspecto más moderno y sofisticado.
La combinación ideal: luz blanca y luces antiniebla amarillas
Lo que muchos expertos recomiendan es combinar lo mejor de ambos mundos: utilizar luces blancas para los faros principales y complementar con faros antiniebla de tono amarillo. Esta combinación, común en décadas pasadas, ofrece una iluminación óptima para cualquier condición climática, al permitir una mejor penetración con la luz amarilla en situaciones adversas como niebla, lluvia intensa o nieve.
Un ejemplo histórico: Francia y sus faros amarillos
Durante décadas, Francia instauró una normativa que obligaba a sus vehículos a usar exclusivamente faros amarillos. Esta medida, implementada antes de la Segunda Guerra Mundial, tenía como fin diferenciar rápidamente a los coches franceses durante la noche. Investigaciones previas mostraron que la luz amarilla, llamada “amarillo selectivo”, tenía menos efectos deslumbrantes para otros conductores y era más eficaz bajo condiciones climáticas adversas, muy comunes en el país.
Esta obligación cesó en los años 90 para armonizarse con el resto de Europa, aunque se permite que vehículos matriculados antes de 1993 mantengan sus faros amarillos originales de manera legal.
Normativas europeas y restricciones actuales
En la Unión Europea, los faros principales deben emitir luz blanca, ya sea halógena, LED o xenón, y las luces amarillas están prohibidas salvo excepciones en vehículos clásicos anteriores a 1999. También está prohibido modificar los faros con vinilos amarillos para cambiar su estética, pues solo se permite la circulación legal con esta tonalidad si se salió fabricado así.
En resumen
Las luces blancas son ideales para una conducción nocturna en condiciones normales, gracias a su brillo y nitidez, mientras que las luces amarillas son superiores en situaciones de lluvia, niebla o nieve, al penetrar mejor y reducir el deslumbramiento. La mejor práctica es contar con faros principales blancos y complementar con luces antiniebla amarillas para una seguridad óptima bajo cualquier circunstancia climática.
