La Unión Europea flexibiliza la prohibición de coches de combustión a partir de 2035
Después de meses de especulaciones, la Unión Europea ha confirmado una importante modificación en sus objetivos respecto a las emisiones de vehículos nuevos. En lugar de exigir una reducción del 100% de las emisiones para el año 2035, la normativa permitirá un límite del 90%, abriendo la puerta a la venta de coches con motor de combustión, ya sean diésel, gasolina, híbridos o híbridos enchufables. Esta decisión se ha tomado tras presiones de países como Alemania, Italia y Polonia y representa un cambio significativo en la hoja de ruta original del Pacto Verde Europeo.
Detalles de la nueva normativa europea
La nueva regulación establece que los fabricantes podrán seguir comercializando vehículos con motores tradicionales, siempre y cuando el conjunto de emisiones de su flota nueva se reduzca en un 90% respecto a los niveles de referencia de 2021. Este margen del 10% de emisiones restantes deberá ser compensado mediante sistemas de créditos que pueden incluir el uso de biocombustibles sostenibles, producción de acero con bajas emisiones o carburantes electrónicos. De esta manera, se busca equilibrar la neutralidad tecnológica con la necesidad de mantener competitividad frente a mercados globales, especialmente China.
Además, se facilita el desarrollo de coches eléctricos mediante incentivos para modelos asequibles y pequeños, a la vez que se adelanta la revisión de la norma a finales de 2025, agilizando su evaluación y posible ajuste.
Impacto y reacciones en la industria automotriz europea
La medida ha sido recibida con alivio en muchos sectores de la industria automotriz europea que ven en esta flexibilidad una oportunidad para continuar una transición más gradual hacia la movilidad eléctrica, evitando los riesgos de una imposición demasiado rápida que podría poner en peligro fábricas y empleos. Grandes fabricantes como Renault y Toyota mantienen líneas electrificadas pero conservan motores de combustión en su catálogo, apostando por híbridos y modalidades mixtas como transición.
En contraste, marcas que fijaron objetivos más ambiciosos, como Volvo con su compromiso de electrificación total para 2030 y Polestar como marca 100% eléctrica, ven el cambio como un retroceso que puede perjudicar el impulso innovador y la competitividad europea a largo plazo. El CEO de Polestar ha criticado duramente la relajación de las normas, asegurando que esta decisión afectará negativamente al clima y a la capacidad de Europa para dominar la industria automotriz del futuro.
Por su parte, responsables políticos y expertos consultados señalan que la flexibilización persigue dar tiempo a los fabricantes europeos para mejorar su oferta eléctrica y competir con la potencia china, que domina actualmente en el sector de vehículos cero emisiones. No obstante, ecologistas y algunos países como España han expresado su preocupación ante este paso atrás en materia climática.
Perspectivas futuras y desafíos
La nueva situación obliga a la industria europea a redoblar esfuerzos para acelerar el desarrollo de vehículos eléctricos atractivos y competitivos, que recuperen el terreno frente a marcas internacionales. La electrificación se mantiene como el camino inevitable hacia una movilidad más sostenible, aunque el proceso será más gradual y debe compatibilizarse con los intereses económicos y sociales del continente.
En resumen, la modificación regulatoria de la UE representa un cambio de estrategia hacia una transición tecnológica más flexible, que busca balancear las metas medioambientales con la realidad del mercado y la industria. El debate sobre cómo equilibrar estos factores seguirá siendo clave en los próximos años, en un contexto global cada vez más competitivo y exigente.

