Volkswagen cerró su fábrica en Dresde, conocida como Gläserne Manufaktur o “fábrica de cristal” por sus paredes transparentes, marcando un hito histórico: es la primera vez en 88 años que la marca alemana clausura una planta de producción en Alemania. Este cierre tuvo lugar tras salir de la cadena de montaje el último Volkswagen ID.3 rojo, el pasado martes, simbolizando el fin de una era para esta factoría que llevaba operativa desde 2002.
Contexto y características de la fábrica de Dresde
A lo largo de más de dos décadas, la fábrica de Dresde produjo alrededor de 165.500 vehículos, entre ellos modelos emblemáticos como el Volkswagen Phaeton, el eGolf y finalmente el ID.3. A diferencia de otras plantas del grupo, esta factoría tenía un enfoque más orientado al marketing y la innovación que a la producción en masa, lo que se reflejaba en su estructura y capacidad.
Contaba con apenas 340 empleados que fabricaban unas 72 unidades por día, una producción muy reducida comparada con otras fábricas como la de Landaben, que alcanza los 1.500 coches diarios. Por ello, su peso en la capacidad total del Grupo Volkswagen en Alemania, donde hay cerca de 20 plantas, era limitado.
Motivos del cierre y su impacto
El cierre responde a una combinación de factores que reflejan un momento crítico para Volkswagen y la industria automovilística europea en general. Entre ellos destacan una demanda fluctuante, especialmente en Europa y su mercado principal, China; la presión arancelaria en Estados Unidos que afecta sus ventas; y los elevados costes energéticos.
El consejero financiero de Volkswagen ha alertado de que la marca necesita uno o dos años para revertir esta situación delicada, y que la reducción de costes mediante el cierre de fábricas es una medida necesaria aunque no suficiente. De hecho, Volkswagen enfrenta un déficit estimado en 11.000 millones de euros para 2026, lo que podría obligar a la compañía incluso a vender algunas de sus marcas si no logra estabilizar sus finanzas.
Futuro de la planta y mensaje simbólico
La fábrica de Dresde dejará de producir coches, pero la instalación no quedará inactiva. Se reconvertirá en un centro tecnológico dedicado a la investigación en inteligencia artificial, robótica y semiconductores, en colaboración con la Universidad Técnica de Dresde. Volkswagen también mantiene la finca para actividades relacionadas con entregas y turismo, lo que preserva cierto vínculo con la movilidad.
Este cierre es un duro mensaje que refleja el momento de transformación que vive Volkswagen, históricamente reacio a cerrar plantas en Alemania debido a la influencia política y sindical, especialmente del estado de Baja Sajonia, uno de sus principales accionistas. La decisión marca un punto de inflexión importante y muestra que incluso elementos considerados sagrados para la empresa están siendo revisados para asegurar la viabilidad y competitividad del grupo frente a los retos globales.
